Si te gusta el cine policiaco, las historias sobre crimen, detectives sombríos, o en general sobre protagonistas de moral bastante dudosa y reprensible, seguramente te has encontrado alguna vez con los términos neo-noir y film noir.
Son designaciones comunes y, por lo mismo, a veces utilizadas de manera intercambiable. Si una película actual involucra a criminales, policías o justicieros, la “vieja confiable” es decir que se trata de un (neo) noir… incluso si esto es inexacto.
¿A qué nos referimos entonces con noir y neo-noir? Antes de recomendarte algunas películas esenciales de este último, primero hay que aclarar a qué se refiere el término.
¿Qué es el film noir?
Existe mucho debate alrededor de cómo considerar al film noir. Algunos teóricos dicen que como tal es un género cinematográfico. Otros afirman que es un estilo. Algunos más declaran que es un estilo que devino en un género. Mejor evitemos echar más leña al fuego de la discusión, y nos atenemos a su procedencia y características.
El término tiene que ver con el cine en dos continentes: América, y el cine de gánsteres que se filmaba en Hollywood durante los años cuarenta; y Europa, con los críticos franceses que designaron como film noir (“cine negro” o “cine oscuro”) a las películas del periodo.
¿Por qué la distinción? Porque estas películas tenían una estética marcadamente diferente a otras del género de gánsteres. La original Scarface de 1932, por ejemplo, pertenece a este último género, pero se le considera un precedente del film noir.
El noir es mejor definido por el crítico Ronald Bergan en su libro Filmisms… Understanding Cinema:
“Las películas evocaban un mundo urbano y brutal de crimen y corrupción, en un estilo que enfatizaba la deprimente locación. Los protagonistas masculinos, muchos de ellos detectives privados, son solitarios desilusionados que rondan oscuros callejones, hoteles destartalados, bares tristes y vulgares clubes nocturnos. Todos son tan corruptos y mercenarios como los otros. Todos estos antihéroes son duros excepto cuando se trata de mujeres – femme fatales, bellas y encantadoras pero de doble cara y carentes de moral, que los atrapan en una red de pasión, engaño y homicidio”.
Lo cual es entendible, considerando que el país venía saliendo de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial. Eran historias cargadas de ansiedad y cinismo, generalmente contadas desde la perspectiva del sombrío protagonista masculino. Era común que hubiera una narración en primera persona por medio del voiceover.
Estéticamente hablando, se trataba de películas en blanco y negro, con un frecuente uso del claroscuro en la fotografía. Tenían influencia del expresionismo alemán, arte en el que lo visual expresaba el estado psicológico del protagonista (The Cabinet of Dr. Caligari es un ejemplo de esto).
Uno de los exponentes más importantes del film noir es The Maltese Falcon, filme de John Huston de 1941. Se considera a Touch of Evil de Orson Welles la última película del periodo clásico del noir.
Entonces, ¿qué es el neo-noir?
Y sí, básicamente significa que es “nuevo” noir. Pero para que sea nuevo, debe tener diferencias, y la primera es que ya no son en blanco y negro: lo común desde hace décadas es filmar en color.
Aunque también se hizo cine noir en otros países (como México), en su mayor parte se le asociaba a Hollywood. El neo-noir trasciende las fronteras estadounidenses y ha sido abordado en varios otros lados.
Por lo mismo, está libre del Código de Producción Cinematográfica, mejor conocido como Código Hays, que entre los años treinta y sesenta delimitaba lo que era moralmente aceptable mostrar en pantalla. Ésta es la clase de libertad que permite filmar a Ryan Gosling convirtiendo un cráneo en mermelada a punta de pisotones.
También puede tomarse la libertad de adaptar algunas reglas del noir, ignorarlas o incluso ponerlas de cabeza. Puede no haber una femme fatale (o sí). A lo mejor es un homme fatale, o mejor aún, un androïde fatale.
Por último, como ésta es la posmodernidad y todo puede mezclarse con todo (o no), el neo-noir aplica las convenciones temáticas y estéticas del film noir a otros contextos, géneros y estilos: desde la época contemporánea a futuros de ciencia ficción y pasajes surrealistas de la mente.
Ahora sí, para entrarle al neo-noir, éstas son diez películas esenciales de diferentes épocas:
Blade Runner (1982)
Dirigida por Ridley Scott y estrenada en 1982, Blade Runner se basa en la novela de Philip K. Dick Do Androids Dream of Electric Sheep?. Sucede en una versión mucho más nefasta del año 2019 que la nuestra, aunque al menos tienen autos voladores.
En este mundo, existen colonias espaciales donde vive una parte privilegiada de la humanidad. El resto sigue en la sombría, contaminada y superpoblada Tierra. También existen complejísimos androides, llamados “replicantes”, tan similares a los humanos que es imposible distinguirlos a simple vista. Estos, con la esperanza de expandir sus limitadas vidas, huyen de las colonias espaciales en busca de su creador.
Los blade runners son policías especializados en perseguir y “retirar” replicantes. Rick Deckard (Harrison Ford) es uno de ellos, pero comienza a tener dudas sobre su trabajo y su propia identidad cuando da caza al replicante Roy Batty (Rutger Hauer).
Blade Runner tiene mucho del noir, desde el claroscuro al antihéroe y la femme fatale (Sean Young). La versión original incluso tiene la narración de Harrison Ford, pero te sugerimos que te hagas un favor y mejor veas The Final Cut.
Fargo (1996)
Una de las mejores películas de los hermanos Ethan y Joel Coen (que ya es decir), Fargo da la vuelta a varias convenciones del noir con varios toques de humor negro y una pizca de absurdo.
Fargo sigue, por un lado, al inepto Jerry (William H. Macy), quien trabaja en la concesionaria de autos de su suegro, pero tiene problemas financieros. Abrumado, pone en marcha un plan para secuestrar a su propia esposa y pedir el rescate, pero sale terriblemente mal.
Por otro lado está la embarazada detective Marge Gunderson (la oscarizada Frances McDormand), quien persiste en su trabajo para conectar tres asesinatos en su jurisdicción.
Más que una femme fatale hay una brillante detective, y el típico villano siniestro es reemplazado por un idiota desesperado. Sin embargo, el trasfondo social está ahí: la angustia financiera y un crimen que, según la película, sí sucedió.
Chinatown (1974)
“Forget it, Jake, it’s Chinatown”.
Sólo esa icónica frase encapsula la forma en que esta película de Roman Polanski, situada en 1937, homenajea el cine noir clásico: un detective desilusionado en contra de un mundo cínico.
Chinatown sigue al detective privado Jake Gittes (Jack Nicholson), especializado en casos de adulterio. Una mujer le pide investigar a su esposo, un importante ingeniero de una compañía de aguas, a quien sospecha de adulterio.
Sin embargo, el propio Jake es engañado, desencadenando en él un creciente estado de paranoia. Chinatown es un neo-noir por virtud de ser un homenaje mezclado con la descomposición psicológica de su protagonista.
Mulholland Drive (2001)
Y hablando de descomposición psicológica…
La ingenua aspirante a actriz, Betty (Naomi Watts) conoce por casualidad a una mujer amnésica, a quien decide llamar Rita (Laura Harring). Betty propone que juntas recorran Los Ángeles en busca de pistas para descubrir la identidad de Rita.
La que quizá sea la obra maestra del genial David Lynch (ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes) se despoja de toda lógica narrativa más allá del párrafo anterior. Hay un crimen, hay algo parecido a una femme fatale, celos, culpa y dobles identidades en esta pesadilla inducida por el ácido.
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En lo que respecta al neo-noir, puede que el de Lynch sea el más atípico de todos, y el más abierto a interpretaciones sobre de qué trata en realidad. Te recomendamos verla para tener tu propia opinión.
Memento (2000)
La segunda película de Christopher Nolan también tiene varios elementos de la fórmula: un antihéroe, venganza por un crimen, y la femme fatale (aquí, Carrie-Anne Moss de Matrix). Sólo que el protagonista, Leonard (Guy Pearce) padece de pérdida de memoria a corto plazo: es incapaz de formar nuevos recuerdos.
Lo único que tiene para recordar su propósito, son tatuajes, fotografías y notas. Formalmente, éste es un neo-noir inusual porque mezcla fotografía a color con blanco y negro: una para la parte de la historia que avanza en orden cronológico, intercalada con la que retrocede y reconstruye los eventos.
Con Memento, Nolan nos pone en una posición muy similar a la del protagonista. Es difícil de explicar, vale más la pena verlo porque, francamente, un tráiler no le hace justicia.
Taxi Driver (1976)
La gran joya de Martin Scorsese no tiene a un detective, sino a un improbable justiciero: un inestable veterano de Vietnam que, ante el insomnio, trabaja como taxista. Su incapacidad para reinsertarse en la sociedad lo conduce a la soledad, con ocasionales idas a cines porno para pasar el rato.
Taxi Driver retrata la descomposición social de Estados Unidos tras la guerra, un aspecto esencial del noir. También le da un giro a la figura de la femme fatale en la forma de una joven Jodie Foster, quien interpreta a una prostituta menor de edad.
Sin embargo, ésta no es una femme fatale que atraiga al protagonista a una red de crimen y traiciones. Eso lo hace él mismo por su falta de propósito, su comportamiento antisocial, y una sociedad indispuesta a recibirlo de vuelta.
Drive (2011)
Un hombre (Ryan Gosling) trabaja de día como doble de acción en escenas de autos. Por la noche, se contrata con criminales para ser su chofer de huida. Se enamora de una inocente mujer (Carey Mulligan), quien se casó con el hombre equivocado. Cuando éste sale de la cárcel y es buscado por represalias, el misterioso conductor se ofrece a ayudar.
De nuevo está el antihéroe de dudosa moral y pocas palabras (Gosling apenas dice algo en toda la película). Y, una vez más, hay una femme fatale. El neo-noir se encuentra en las pinceladas de neón que Nicolas Winding Refn (mejor director en Cannes) le añade al claroscuro.
Y también está la preferencia por la violencia hiperrealista que tiene el también director de The Neon Demon. Es más de un cráneo el que verás hecho pedazos con lujo de grotesco detalle en Drive.
Heat (1995)
El tremendo clásico de Michael Mann (con cátedra actoral de Al Pacino y Robert De Niro) tiene no uno, sino dos antihéroes como protagonistas.
Por un lado, el ladrón profesional Neil McCauley, a un último y riesgoso trabajo de retirarse. Por el otro, el teniente Vincent Hanna (Pacino), quien le pisa los talones. Ambos unos maestros en sus trabajos, pero con vidas personales desastrosas.
Heat tiende más hacia el lado de la acción, con uno de los tiroteos callejeros más emocionantes jamás puestos en pantalla. Pero drama y conflicto emocional no le faltan.
Carmín tropical (2014)
Si trasladamos el neo-noir a México, nos encontramos con algo como esta película de Rigoberto Pérezcano. No sólo encaja con las citadas convenciones narrativas como el asesinato, o estilísticas como una atmósfera melancólica y sombría.
Carmín tropical innova por mezclar el noir con el contexto zapoteco. La protagonista es Mabel (José Pecina), una muxe: el tercer género en Oaxaca que designa a quienes nacen hombres y son criados como mujeres. La víctima del asesinato, Daniela (Juan Carlos Medellín) también lo es. La cuestión de la femme fatale y el protagonista masculino se vuelve irrelevante.
Seven (1995)
El veterano detective William Somerset (Morgan Freeman) está por retirarse, pero debe colaborar en una última y brutal investigación junto al detective David Mills (Brad Pitt), el novato elegido para reemplazarlo. El caso: un asesino serial, que comete homicidios inspirados en los siete pecados capitales.
La obra maestra de David Fincher (lo siento, Zodiac y Fight Club) es un thriller de fórmula, pero encuentra su lado neo-noir en su ambigüedad: sucede en una gris ciudad estadounidense sin nombre, igual que su asesino, apodado “John Doe” (nombre que se da a sujetos sin identificar).
Seven es una gran metáfora para la decadencia estadounidense, sumida en una desesperación por sus propios pecados, que escupe a hombres cansados y sin esperanza. No se pone más noir que eso.
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